domingo, 20 de abril de 2014

La democracia y la izquierda

Se escucha de cuando en cuando, con regularidad cansina, a los partidarios de derechas o izquierdas atribuyéndose un vinculo privilegiado o incluso exclusivo con los principios democráticos; en líneas generales, el hastiado observador suele tener que aguantar el argumentario de la derecha arrastrando machaconamente la democracia por los atolladeros de la libertad o más concretamente las libertades, a las que suelen añadir la coletilla de "indidivuales", para alejar, suponemos, cualquier fantasma de derechos colectivos. La izquierda, por su parte, vicula muy malamente democracia  e igualdad y parece convencida de que al hacer esto consigue acercar el ascua a su sardina. Claro que las libertades que la derecha invoca son penosas por su virtualidad, que las deja en manos de un capitalismo poco amigo de los derechos civiles y muy amigo de libertades fingidas y alusiones infantiles que sólo se relacionan bien en los territorios del trabajo y el consumo. Claro que la igualdad de la izquierda no tiene nada que aportar una vez que ha renunciado a cuestionar lo anterior, acomodada durante décadas en el papel de gestor blando de las sobras del capitalismo. Lo anterior se refiere a la derecha e izquierda oficiales, porque en lo que se refiere a la política de los aledaños, la que se hace desde los márgenes, los discursos de la izquierda son diversos y complejos, mientras que la ultraderecha, es sabido, no suele preocuparse de la democracia en ninguno de sus sentidos. 

Se podría hacer un apunte tomando una idea que hemos debido leer en alguna parte y que describe la democracia como una cuestión transversal cuyos principios se traducen en criterios formales: modos de participación, mecanismos de decisión. Frente a las ideologías de "contenidos", de izquierdas o derechas, la democracia aporta tranversalidad o formalidad sin vincularse directamente con ninguna tendencia. Por supuesto, la democracia tiene sus propios contenidos, que se unifican en torno a la idea de autonomía: democracia es el sistema político de quienes deciden autónomamente, por si mismos. 

Desde esta perspectiva, izquierda y derecha, no tiene por qué ser más o menos democráticas, lo serán sólo en la medida en la que sus presupuestos cooperan con la formación - autoformación - de ciudadanos autónomos. Una izquierda razonable es la que asume esto como parte de su ideario básico y lo hace desde una comprensión lúcida de la realidad. Para ello dispone de un argumentario histórico - que en estos tiempos parece estar de vuelta tras la debacle histórica del último cuarto de siglo XX - y que incluye el concepto de emancipación, esto es, no sólo de autonomía, sino de proyecto de defensa de la misma y de ruptura con todas aquellas fuerzas que la bloquean. Hay un giro implícito en este paso de la autonomía, como criterio formal, a la emancipación, como ideal que asume la ruptura necesaria y la lucha que implica una concepción efectiva de autonomía en una realidad social opresiva en lo político y en lo social. Por eso la emancipación, un concepto históricamente heredado de la Ilustración, es una idea cercana a la izquierda y a sus mejores tradiciones, y por eso es también una de las herramientas sobre las que la izquierda construye una relacion auténticamente privilegiada con la democracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario